Con esta terapia alternativa, se fortalecen las capacidades físicas y psíquicas de los enfermos. Y es que estas terapias significan un tiempo de respiro para los familiares-cuidadores que conviven con estos enfermos. Para las personas que les rodean, cuidar de un enfermo de Alzheimer supone un reto diario con mucho desgaste. A menudo, el cuidador no cuenta con los conocimientos suficientes para satisfacer las necesidades del enfermo, y el estrés y la total dependencia que necesitan durante las 24 horas del día provoca, en muchos ellos, ansiedad, depresiones y deficiencias en el resto de sus relaciones sociales.